lunes, 12 de agosto de 2013

Para ti.

Gracias a mi hija Lara. Además de regalarme inspiración, me obsequió con este instante.

Hoy, en este día te recuerdo, muchas veces, igual que ayer, te vuelvo a escribir... como siempre, aprendo de ti.
Aparecen amaneceres con lenguajes trémulos, tribulaciones insospechadas, parodias del destino. Esconden señales, para al final aparecer en el momento amparado por la estrella deseada. Consigues evaporar derrotas inmensurables, regeneras el valor, oasis de ilusiones, llegar a acariciar el firmamento, sensaciones imposibles de definir con rotundidad exacta, ahí fielmente empieza todo.
Profundos sueños reales e imaginados, tiempo estupendo detenido en tus atardeceres, auténtico hogar. Navegante sereno soy alimentado por la voluntad que regalas, combustible inasible indispensable.
Tus ojos, mis miradas, no ansío nada más, momentos iridiscentes estáticos, lucho por ellos. Situaciones azules mágicamente unidas, fluyendo hacia el más allá de todo lo racional.

Gracias a ti, me he atrevido a lanzar al firmamento la inspiración.
 Te quiero Asun.

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