martes, 15 de septiembre de 2020

Al mundo, le dio la espalda el sol.



Todo empezó con algunas noticias en los telediarios. Corría el mes de marzo de 2020, un mes bonito en un año bonito, en los albores de una primavera esperada, a punto de llegar. Parecían noticias muy muy serias pues la información sobre ellas, no cesaba en todos los noticieros. Dichas nuevas, venían de China y pensaba, está demasiado lejos para que la epidemia de nombre raro, llegase aquí, a España, a Benidorm. Me equivoqué.
Me estaba empezando a preocupar, y mucho. El jueves 12 de marzo, me enteré que a partir del día 16 ya no habría clase en ningún colegio de España y, no se sabía cuando volveríamos. Enseguida, la ahora famosa palabra “normalidad” que conocía, se evaporó de repente y, de repente, ya no se podía salir de casa, las calles estaban vacías, los comercios estaban cerrados, no había banco al que ir, no había hotel en el que hospedarse, las playas estaban desérticas, las gaviotas vagaban libremente por las aceras, en fin, un paisaje fantasmagórico, demasiado cinematográfico, tanto, que me costaba asumir que fuese cierto.
La situación estaba resultando demasiado inusual, demasiado extraña, muy rara. Comenzó una forma de vida nueva con emociones desconocidas, como si tuviese que aprender otra vez a adquirir costumbres, como cuando las tomas por primera vez.  Hice mi primera videoconferencia con una compañera de clase. Por primera vez, empecé a hacer la tarea y enviarla a través de las nuevas tecnologías. Descubrí que ese sistema me gusta, no todo tenía porque ser negativo. Pude ampliar el sentido de la solidaridad en el tiempo tan crudo que estábamos viviendo al salir todos los días a las ocho de la tarde a aplaudir. Se decía que era por los sanitarios, por la policía, por el ejército. Mi aplauso además, iba por todas las personas anónimas que ayudan de forma altruista, de manera desinteresada por definición, por todos los enfermos, por todos, y sobre cualquier motivo, por las personas que estuvieron y ya no están.
Tuve que crear un universo de magia para poder vivir del revés todos los momentos que mis sentimientos nunca habían vivido. Tuve que enseñar a mis sentidos a ser lo que nunca antes habían sido. Contratiempo de un tiempo nuevo e imprevisible que activó el latido dormido de mi corazón conjugando razón y reflexión, derramando ilusión a la vez que lastimó la concatenación de hechos con tanta complicación sin explicación, sin dar reposo al corazón cuando éste se pregunta, qué sucedería si el universo tuviese una imaginación como la mía.

Nota: La música del vídeo es: Theme From Missing (Vangelis)
          La fotografía (realizada por Asun) pertenece al Paseo de la carretera (Benidorm)

Gracias a mi hija Lara por dejar que me ponga en su piel.
Gracias Asun por animarme a lazar al aire este texto.