viernes, 4 de abril de 2014

Retales del pasado. Alta costura del hoy.


Exclusividad tangible, tú.
Tu luz, intrínseca a mi paz visible, serena, mecida en ti, sintiendo su relucir. Llegada otoñal de regreso a la mejora de lo ya vivido. Aventuras peligrosas, juegos imprudentes, voluntad inversa desnuda de timidez, felicidad parcial además de lejana, exactamente. Nieve tejida de remiendos evaporados, difuminados sueños rotos al viento, derramados. Cancelando perdurablemente las opacidades de mi alrededor, sintiendo llenado mi ser de ti, constantemente un poquito más. Cortesía de tus brillos, iluminan allá donde la luz caleidoscópica no habita, ni se desmallan sus partículas desmemoriadas de mi sensatez ahogada, ahora vorazmente resucitada, plena, alegre. No existe razón a justificar, constelación indiscreta a los demás satélites fracturados de mi planeta mutante, remiendos del no estar en mi pensamiento del destino diáfano de las excursiones al pasado, ansiedad que daña, obstinado en desprenderme de su paisaje desnudo, de sus vientos raros. En el angosto espacio que aparece entre mis ojos, se fragua el sol capacitado en conseguir que mi espalda avance de manera no lujuriosa, dejando muy atrás las heridas de aquel amanecer.
Llegaste tú, no por azar, pasión de ley, adelgaza las distancias, establece la ilusión de soñar como te dibujo delineando mis sueños, volver otra vez allá, muy muy lejos, joven de nuevo, libre como lo fui de origen.