domingo, 5 de agosto de 2018

Anatomía del infinito.



Soñé que sueño soñar, vivir donde mi alma pueda volar. Subir, bajar, subir y volver a repetir lo que recuerdo y no supe decir al escuchar su voz. Reflejo del viento del dibujo donde dormita la razón, tan profunda, como extraña. Caminar por el Azul de mis Sentidos, de los cinco y, de alguno perdido. Poder pintar el color de la piel de la ilusión que en mí existe cuando ésta, camina a mi lado. Suave hallo el calor en su forma de tratar mi universo tal y como lo siento yo, cobrando así sentido, mis sitios prohibidos, en los que el tiempo no pasa y se ve la otra cara del sol. Aprender de los silencios que no mienten, que sienten y recuperan el verbo Amar con toda naturalidad. Llegaron tiempos de hilo plateado para sustituir herrumbres del ánimo por Fe avanzando hacia el encuentro con ilusiones explícitas donde existe y no abandona lo que dibujé. Imaginé que escapó, voló y jamás volvió el sonido de esa lágrima que cayó sobre el corazón, presagiando su huella, inundando mi interior. Acudir con el brillo de la inspiración, bailar aquella canción por un beso de su parte, sólo un beso, solamente, uno más, así el cielo me podrá esperar, tal vez, no se arrepentirá. Eres mi complice sincera, mi Niña, Tú y viceversa, sois una, la primera. Me refugio al otro lado, las dos, sois capaces de tocar las estrellas y vosotras dos, formáis parte de ellas.