miércoles, 14 de agosto de 2013

Los viernes en los que algo se me rompe...


Al mirar hacia atrás siento nostalgia de lo que tengo, en el camino echo de menos lo que poseo. Mis pensamientos estrechan el ancho mar del destino a la vez que escucho la voz del que jamás pudo hablar. Me aproximo sin miedo a aquella isla desierta, recuerdo una historia, diviso a la Niña más bella, por popa arrojo mis heridas, llego a ella con mi alma vencida, sin mensaje olvidado ni botella perdida... huellas borradas en el corazón.
Amigo, aliado de mí mismo, de mis propias creencias, de mi catecismo, desembarco en el lecho de la suerte, así es, nada más verte,  aflora ese ser delicado que nadie ve, misionero de la fe en la que nadie cree. 
Sentado en el bordillo de la acera de la nieve fabricada por la oscuridad, tan solo observo todo lo reído sin apenas llorar, con levedad sin sentido, la caída de las hojas ajadas de mi juventud gritando "quédate ahí" para poder quererte siempre algo más.
Indígena de ese lugar por descubrir, tierra sin nombre, segundo tiempo de este baile de vías por alumbrar desde el otro lado, van pasando los años del amanecer del saber de mí, se van, así de claro.

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