De un pensamiento no efímero.

Cuando los latidos de un corazón, llenan los espacios de otro corazón, uno acepta sus tropiezos con el intelecto intacto, el gesto sereno. Los amaneceres de nuestra existencia, te obsequian con disciplina de superación, de humildad, de adaptación, de serenidad, para encontrar tu mejor interpretación, asimilas que tienes que fabricar el itinerario del ahora... el del porvenir es además de inseguro e incierto, desconocido para proyectarlo. Cada beso es un regalo, regalo que elimina de manera sutil esa cadena que evapora la libertad del alma...

Del dictado de mi corazón...

Tan solo anhelo decirte que mis sentidos son inherentes a ti, hoy lo sé. Convencimiento del faro reverberante desde el albor de esto nuestro, tan bonito, estado opuesto de la apuesta de aquel río desorientado. Te quiero imperecederamente, necesidad insaciable de dar, recibir tu alma para guiar perpetuamente mis secuencias. Viaje de ensueño, equipaje del aire necesario para respirar, formas de navegar por este calendario de pórticos abiertos a tu perviviente luz. Universo del roce de la barrera de tus sueños con ventanales azules abiertos al norte, instantes aromáticos repletos de trances centelleantes. no pertenecen a un mundo conocido, firmamento del sentimiento con el que tú me honras ciertamente, mucho más lejos de lo imposible...

De un sueño breve.

Le das la espalda a la perseverancia, persistiendo en la existencia de lo ajeno a la cordura. Las llamas rotas cerrando el rudimentario cielo rutinario, de los no seres del sin saber raudo, recostado en mis propios cansancios. ¿Cómo dividir esa dualidad tan agotada? Física o espiritual, estrellas que no bastan para regresar a tu esencia, despertar al adormecido sentido quebrado del donde voy. Desenterrar la ebullición de mis estados finales, vendrán, están al llegar. Remendaré mis temores al recuperar el amparo de dios, levantaré mis brazos hasta romper el dolor, encontrando la forma de dormir... para siempre.

A mi madre.

Hace ya algunos espacios, empezó a comentar el tiempo, lo que me has sufrido, lo que no te he vivido. Mi sencilla conciencia contestó, recomenzando por el final, abriendo los ojos de mi corazón. Tan solo se me ocurre decirte ¡GRACIAS!

Compensando necesariamente mis fragilidades emergentes, con tu fortaleza dispuesta.

Agradeceres para entender, torbellinos de mis sueños. Les pido que nunca sea la última palabra, compartir los silencios. Tener la certeza que soy capaz de evaporarte la tristeza, deportarla, olvidarla, aunque tan solo sea por un instante.

Indecisiones inútiles, sin secretos... todo para ti, con razón, sin incertidumbre.

Los viernes en los que algo se me rompe...

Al mirar hacia atrás siento nostalgia de lo que tengo, en el camino echo de menos lo que poseo. Mis pensamientos estrechan el ancho mar del destino a la vez que escucho la voz del que jamás pudo hablar. Me aproximo sin miedo a aquella isla desierta, recuerdo una historia, diviso a la Niña más bella, por popa arrojo mis heridas, llego a ella con mi alma vencida, sin mensaje olvidado ni botella perdida... huellas borradas en el corazón.

Amigo, aliado de mí mismo, de mis propias creencias, de mi catecismo, desembarco en el lecho de la suerte, así es, nada más verte,  aflora ese ser delicado que nadie ve, misionero de la fe en la que nadie cree. 

Sentado en el bordillo de la acera de la nieve fabricada por la oscuridad, tan solo observo todo lo reído sin apenas llorar, con levedad sin sentido, la caída de las hojas ajadas de mi juventud gritando "quédate ahí" para poder quererte siempre algo más.

Indígena de ese lugar por descubrir, tierra sin nombre, segundo tiempo de este baile de vías por alumbrar desde el otro lado, van pasando los años del amanecer del saber de mí, se van, así de claro.

Un proyecto que no ha podido ser...

¡Ahí va eso!

Remolinos que al final no dicen, eclipses capaces de evaporar las elipses del motor de la ilusión...

No sé que decir, dudas sin pedigree, resortes fatuos, mares de azul difuminado extensamente. Puerta ya bien cerrada, naturalmente.

Tú, amor de calor verdadero, siempre estás, gracias mi vida.

Ganar esta partida a la desolación. Así es mucho más fácil.

Te quiero mucho.

Esta imagen eres tú.

Para ti.

Gracias a mi hija Lara. Además de regalarme inspiración, me obsequió con este instante.

Hoy, en este día te recuerdo, muchas veces, igual que ayer, te vuelvo a escribir... como siempre, aprendo de ti.

Aparecen amaneceres con lenguajes trémulos, tribulaciones insospechadas, parodias del destino. Esconden señales, para al final aparecer en el momento amparado por la estrella deseada. Consigues evaporar derrotas inmensurables, regeneras el valor, oasis de ilusiones, llegar a acariciar el firmamento, sensaciones imposibles de definir con rotundidad exacta, ahí fielmente empieza todo.

Profundos sueños reales e imaginados, tiempo estupendo detenido en tus atardeceres, auténtico hogar. Navegante sereno soy alimentado por la voluntad que regalas, combustible inasible indispensable.

Tus ojos, mis miradas, no ansío nada más, momentos iridiscentes estáticos, lucho por ellos. Situaciones azules mágicamente unidas, fluyendo hacia el más allá de todo lo racional.

Gracias a ti, me he atrevido a lanzar al firmamento la inspiración.

 Te quiero Asun.