Aquella noche, estuve viajando con los deseos inversos de mi imaginación. Vendaval de anhelos dispersos e incluso de lágrimas repletas de desilusión. Sentimiento que me conmueve, promueve el desaliento que de vez en cuando, transporta mi corazón. Ahí, intento inmovilizar una especie de arrullo facilitado por Luzbel al observar, el declive de la burbuja del nivel de quien escribe. En esas ocasiones, suelo acabar desamparado, rehén de mi propio y estupefacto asombro. Escombro con impacto en esta ocasión abstracta, aseveración exacta. Eso que yo, siempre siempre tuve por costumbre, buscar esa cumbre sin tejado. La que a mi intelecto alumbre para además, poder olvidar el abismo de mi ponzoñoso pasado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario