miércoles, 19 de marzo de 2014

La vida es demasiado corta para no perdonar.


La vida es demasiado corta para no perdonar, espacios olvidados, abandonados. El momento de traspasar la línea para saborear el desarrollo del descanso en su extensión absoluta, aunar sueños, anudar anhelos que son quinqué, yuxtaponer corazones que dicen si. Fluidos vientos que, vaya donde vaya, iluminen mi cara sin principio ni final, llegando al máximo del dormir, fanal conseguido por tu propia conciencia, ahuyentando muy muy lejos la sinfonía de los pies mojados, dándole la espalda a la luna de los sueños rotos remolinados. Contando los incontables besos del amor en calma, olvido la emergencia de la exigencia vital, batalla de amuletos, compañeros vitalicios con asiento reservado en el destino del corazón, pasión merecida por el sabor de la alegría, parafernalia perseverante, lady de la inspiración escrita.

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