Pienso... enfrente, una luna envuelta en fuego maravilloso. Se cruzan millones de luces, cual fantasmas nocturnos, intentan acosarme, como a cualquier transeúnte desolado. Exorbitante es la tristeza que por momentos me abruma, tan solo necesito habitar en el azul del desierto que aparece debajo de mis párpados, ver reflejada la verdad abriendo sus ventanas, evitando que los instantes mágicos se esparzan, dejar muy muy atrás la sombra de las aves desorientadas, en esos días escasos pero existentes, adornados con nubes de un grisáceo ensordecedor, engullendo mi propia estupefacción.
¡Si me pudieses prestar esta noche tu entereza, tu savoir faire!
Ahí estás tú, enseñas todo lo necesario.
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