Almas que residen de forma vana en lugares indeterminados en el centro de la nada, han de enamorarse de cada impulso enviado por sus sentidos, perfiles eternos libres de ocultar, preparados para recordar sensaciones que no conocían, esperar el amor de las mentes de los arrecifes lanzando destellos crecientes, silenciosos, sin pretender nada ofreciendo todo, sabor espiritual, razón silvestre. Degustar la fragancia del espacio ilimitado, paraje despojado, bagaje del orden hacia el edén.
Precisión biológica deseada, lazada hacia una bonita forma de vivir, horizonte inventado de incógnito por nuestra propia conciencia, fabricando parte de su parte.
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