Expresiones adornadas con murmureos ponderados de avidez. Van alejando cualquier motivo llevado al desconcierto mezclado con vehemencia. Instantes a ráfagas imperfectas, quizá sea mejor así. Mundos completos creados al amparo del fin del tiempo. Cultivan pensamientos envueltos y entonados por el astro de la soledad. Cautivan confines inciertos. Resultado condenado al silencio o al tarareo traidor de las personas normales, así es de preciso, al menos, para mí. Dicotomía entre lo espiritual y lo físico.
Alimentación mental probada del otro lado, te conduce al final de la verdad. Fe producida tan solo una vez, senda con instantes tan profundos como para perderse en ellos. Invasión lúcida caída del cielo azul, puente que has de cruzar en silencio. ¡Claro que sí!
Destino olvidado alguna vez, fermenta doctrina asertiva. Se detiene a jugar con el viento del porvenir. Mira directamente al iris de la llave de mis ojos. Inverso cóncavo al favor virginal a cambio de nada. Darle protagonismo a lo que no depende de ti, en fin, inconcluso universo.
Necesito paliativos del tiempo para arrojar seguridad a mi alrededor. Escuchar a la propia conciencia cuando ésta no me deja dormir.
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